P- ¿Podemos considerar que el mercado legitima al arte?
R- Totalmente. La dinámica de los mercados de arte es tan poderosa, que es capaz de legitimar o hundir a cualquiera. En la legitimización del arte intervienen muchos actores sociales y no sólo uno, y entre los más importantes podemos citar a la crítica, a la historia, a los expertos, a la sociedad, pero sobre todo a los públicos que son, en definitiva, los que dicen la última palabra acerca de cualquier propuesta, y los que en su condición de mercados, permiten al arte ejercer su función social. Si pensamos en los mercados como universos de infinitos públicos actuales y potenciales, tenemos que entender la importancia que tiene para cualquier artista, colocar su producción en cualquier circuito sea o no comercial porque como ya dije anteriormente, sin público no hay obra de arte. Es importante entender que no existe un solo mercado para el arte, y cada manifestación artística tiene estructurados sus mercados en circuitos con particularidades especificas, formas particulares de fijación de precios, estrategias de comunicación propias, y espacios de larga data donde se realizan las negociaciones gruesas para temporadas, grabaciones, producciones, ediciones etc. De igual forma, en cada mercado existen circuitos de niveles diferentes donde lo A va en lo A y lo C en lo C. Sin embargo, la fuerza de las transnacionales y de los mega mercados que dominan muchos circuitos es tal, que asistimos constantemente al lanzamiento, colocación y legitimización a nivel universal de producciones de calidad media y hasta baja que son “infladas” y colocadas en las mentes de los públicos a partir de imágenes construidas con grandes cantidades de recursos y estrategias promocionales trabajadas para segmentos de públicos particulares mediante el uso de lo que denomino un marketing “feroz”. Estas propuestas logran “pegar”, venden millones y logran una legitimización por la vía del mercado, permaneciendo muchas veces un tiempo medio en la preferencia de los públicos o en otros casos quedando para siempre en el gusto de ese público, ahora su público. Por el contrario, puede ocurrir que tengamos una buena propuesta y entremos en un circuito equivocado, con precios equivocados y con una comunicación que no cumpla con los estándares exigidos y en ese caso, el mercado nos hunde. Esto es algo que siempre digo a los artistas con que trabajo, que si por el desespero entran en un circuito que no tiene el nivel de lo que hacen, con precios por el suelo, y con una mala comunicación, de ahí no van a poder salir.
Ahora bien, hay publico para todo, y no podemos excluir a aquellos artistas que son capaces con su tenacidad y esfuerzo de construir su propio público y su propio mercado, y aunque a nosotros no nos guste lo que hace, hay un público, su público, que los sigue y seguirá para siempre. También los clásicos han sido legitimados por los públicos que durante generaciones los han contemplado atribuyéndoles nuevos significados, y es altamente ilustrativo de este fenómeno, el caso de las artes plásticas, donde mediante las subastas, que funcionan como verdaderos mercados bursátiles, se legitima claramente la obra de un artista por sobre la de otro.