Antes de acometer cualquier acción de promoción va a resultar imprescindible desarrollar una buena estrategia de comunicación.
Si empezamos a emitir mensajes promocionales sin tener claro a quién, por qué, y para qué, estaremos botando recursos y esfuerzos, creando falsas expectativas en los públicos y generando una imagen de marca que después de instalada será muy difícil de transformar.
Uno de los elementos más importantes a los que se debe prestar atención dentro de cualquier proceso de comunicación es a los ruidos. Entre los ruidos más comunes se encuentran:
- Mal diseño del mensaje.
- Codificación equivocada.
- Poca claridad en la transmisión.
- Selección de un grupo objetivo equivocado.
- Problemas técnicos.
- Estar fuera de contexto.
Después de muchos años de experiencia he podido corroborar que una de las principales fuentes de ruido en nuestros procesos de comunicación promocional está en los propios emisores de mensajes los que al no conocer a fondo las claves de identidad de lo que van a promover, a quién lo van a promover y para qué lo van a promover, se lanzan a promover sin una previa estrategia de comunicación o con estrategias de comunicación débiles o fragmentadas.
Existe en nuestro medio una marcada tendencia a lo que yo he dado en llamar “vicio por la forma”, donde se considera que con tener: un afiche lindo, un catálogo lindo, un video lindo y un CD o un DVD también lindos ya está la promoción resuelta y eso no es así.
La promoción es ante todo un concepto, y hasta que ese concepto no se tiene claro no se puede pensar en la forma.