Jun 232015
 

El tema de la incompatibilidad entre el  marketing, los artistas  y el arte es un tema de larga data.

Para muchos teóricos del arte, y para muchos  artistas también, el uso del marketing , sus enfoques y herramientas  resulta contaminante para su gestión.

Desde mi punto de vista, han influido en esta visión tan prejuiciada dos aspectos fundamentales :

  1. El limitado conocimiento acerca del marketing como disciplina y de la noción de mercado. 
  2. El desarrollo de un marketing   -feroz- en la construcción de productos -pseudo artísticos- que son el resultado de una intención expresa de  satisfacer la demanda insatisfecha de determinados segmentos de mercado  y que generalmente resultan grandes éxitos de taquilla y publicos. 

Es logico que ante esto cualquiera se sienta atemorizado y piense que su producto se va a -banalizar- si aplica herramientas y enfoques de marketing en su gestión,pero no hay que ser ingenuo.

El marketing ha probado ser una herramienta totalmente eficiente para colocar en la mente de los públicos cualquier cosa y por tanto sirve tanto para colocar lo bueno como lo malo y todo depende del que lo utilice y para qué.

Pensar que el marketing solo sirve para vender entradas es un asunto superado hace años. Con una buena aplicación del marketing usted no solo puede vender lo que hace, sino que puede hasta desarrollar nuevos gustos estéticos, captar públicos para lo mejor del arte y llegar a crear y compartir con ellos valor a largo plazo.

No es lo mismo utilizar el marketing para vender lo producido, que para producir lo que se vende y ahi reside el meollo del problema.

No le tengan miedo al tema y poco a poco comiencen a aproximarse a esta disciplina que puede parecer muy ajena al lenguaje artístico pero cuya aplicación resulta totalmente creativa, pues no hay dos productos artísticos iguales ni aún siendo del mismo autor, y esto exige acciones puntuales totalmente diferentes cada vez que creamos algo.

La noción de mercado no puede ser sola la de un espacio de transacción, sino  la de un espacio natural de intercambio y relación sin el cual el arte no puede vivir pues sin público no hay obra de arte.